Teresa Viejo: “La curiosidad es la mejor vacuna contra el miedo al incierto”
Como si de un mantra se tratase, Teresa Viejo (Madrid, 1963) ha descubierto en “la curiosidad” el arma más valiosa y poderosa, a nivel personal y también profesional. Desde sus inicios en la radio hasta su salto en televisión, el periodismo siempre ha guiado su carrera. Y es precisamente esta profesión la que ha alentado esa ganas de conocer, de empatizar, de aprender. “Entonces todo tiene un encaje muy sibilino y yo incluso me pregunto – por qué todavía no lo tengo muy claro-, si llego a la curiosidad por mi ejercicio periodístico o es que antes estaba la curiosidad y por eso me dediqué al periodismo”, explica.
Descubre a esta “nueva” Teresa Viejo, en esta entrevista tan magnífica que tuvimos la oportunidad de hacerle a bordo del Riverside Mozart, el crucero fluvial más grande de Europa, que recorre el río Danubio.
Como creadora del Instituto de la Curiosidad. ¿Qué nos puedes contar de la curiosidad?
Lo principal es que es la primera fortaleza humana; una herramienta innata muy útil a lo largo de la evolución humana. Y por tanto, en este tiempo tan disruptivo de cambios tan rápidos, tan vertiginosos, donde lo que conocemos en este momento, probablemente ya no nos sirva dentro de 5 o 10 años, necesitamos curiosidad para no sentir miedo.
¿Y cómo se activa?
Es una práctica fantástica. Uno piensa que la curiosidad solo es una habilidad innata, que hay personas que la tienen más estimulada y otras no tanto. Y es incierto. La curiosidad se pone en valor y se practica. Y tiene mucho que ver con hábitos cotidianos, con salir del lugar conocido para tratar de dominar (entre comillas) nuestro cerebro: usar nuestro cerebro y reconocer cuando está en modo piloto automático, en eso que se llama red neuronal por defecto.
Hay prácticas cotidianas y sencillas, poniendo el foco en las cosas, observando, siendo conscientes de cuántos minutos dedicas de verdad a la observación – porque eso estimula las áreas cerebrales de la curiosidad -. Y eso es lo chulo, que todas las personas lo pueden hacer: encontrar píldoras que te permiten, en tu día a día, ir activando la curiosidad.
Tu trayectoria profesional también te ha permitido ir despertando tu curiosidad. ¿ Cómo valoras tu paso por la televisión?
Claro. Cuando tienes la posibilidad de echar la vista atrás, te das cuenta que todo es una sinfonía muy bien orquestada y que cada actividad o tarea que he desempeñado, incluso las que en el momento no entendías muy bien qué sentido tenían, son como piezas de un gran puzzle. Llego aquí después de todo lo que he hecho antes; yo activo la curiosidad, en buena parte a través de una comunicación indagatoria porque me he pasado la vida conociendo a personas en la tele.
Entonces todo tiene un encaje muy sibilino y yo incluso me pregunto – por qué yo todavía no lo tengo muy claro-, si llego a la curiosidad por mi ejercicio periodístico o es que estaba antes la curiosidad y por eso me dediqué al periodismo.
Claro, es que precisamente es una profesión que te invita a la curiosidad
No, no lo sé muy bien, y tampoco me importa. Quiero decir: solo sé que en el lugar en el que estoy ahora, es mi lugar natural.
Pero te sigues sintiendo periodista
Bueno, es que claro “¿qué se entiende por periodista?” Yo ahora entiendo que lo que soy es altamente curiosa, y como altamente curiosa, desempeño tareas a lo largo de mi vida relacionadas con ello. Pero a lo mejor ser periodista está más relacionado con desentrañar el lado oscuro de la realidad, y yo no estoy tanto en eso. Aunque lo haya hecho. Pero ya me doy cuenta que esa no era mi gran vocación.
Mi vocación es descubrir cosas, pero no en el lado oscuro, sino conectar personas, ver cómo nos sentimo mejor, aprender, explorar.
Qué recuerdas entonces de aquellos años por televisión, más esa parte “oscura”
No. Y es que todo depende del programa. Lo que recuerdo es una voracidad por conocer personas. O sea, yo lo que me moría era por saber cómo se sentían el resto de los seres humanos. Para mí la televisión era el camino más corto para conocer a las personas.
Entonces sí que tendrás anécdotas, tanto entrañables como divertidas o emotivas
Claro. Por ejemplo, ahora me viene a la cabeza un programa que conduje en Castilla La Mancha Televisión y el espacio sirvió para que dos personas que llevaban una relación durante 5 o 6 años, una relación de amor preciosa, se reencontrase. Cuando coincidieron en el plato, se comían a besos, se cayeron al suelo besándose.
Este ejemplo define mucho lo que más me gustaba y que siempre ha estado muy ligado a la curiosidad: ver cómo la gente se encontraba en el programa.
Igual que me pasó en ‘Dime qué fue de ti’, un programa muy impactante que me marcó mucho porque además era mi propio espíritu y estaba impulsado por mí. En el fondo estaba la curiosidad: personas que buscan a personas. Entonces lo que más me impactaba era cómo el ser humano echa de menos a alguien en su vida y qué es lo que pasa cuando lo encuentra.
Y ahora estás en la radio. ¿Qué diferentes son estos ámbitos?
Bueno, para mí la radio es como el primer lugar, y espero que sea el último dentro del periodismo o de la comunicación ligada a medios. Es decir, empecé en la radio y cuando regresé hace ya 10 años, no preveía el tiempo que iba a estar en ella. Y ahora, ya me siento tan cómoda que aquí es donde me quiero despedir. Además en Radio Nacional, que es la radio de todos. Me parece un lugar idóneo.
Entonces, en radio, puedes eliminar todo lo que sobra en el proceso de comunicación: eliminar las luces, el plato, el público que no ejerce siempre de observador en la tele, sino que está ahí un poco porque han caído en este programa como podrían estar en otro.
El oyente sí que es un observador real, muy proactivo. Entonces, recuperas la esencia de la comunicación, sin nada alrededor que sobre. Y eso se demuestra, además, cuando en solo 30 minutos te acercas a una persona y conectas con ella. No necesitas en la vida mucho más, con 30 minutos tienes el tiempo suficiente para que se produzca ese clic, ese algo especial, que termina la entrevista y el invitado te abraza.
Y también tu faceta curiosa te lleva a la escritura
Claro, es que para mí es indisoluble a mi manera de contar, de ver la realidad y de querer contarla. Por una parte, todo lo que es no ficción, es mi deseo de tratar de entender a los seres humanos: primero a los hombres, luego la relación de pareja, luego la propia curiosidad. Todo. Mi necesidad voraz de entender a las personas.
Por otro lado, están las historias, que siempre parten de lo mismo. Cuando escribo novela es porque trato de entender algo que pasó, pero como no tengo las piezas suficientes, entonces es como que a ese queso gruyere, yo le lleno los agujeros con mi imaginación. O sea, todo lo que hago, todo, procede de la necesidad de conocer a las personas y entenderlas.
Vemos la curiosidad en todos los ámbitos personales y profesionales de Teresa Viejo. Entonces, la curiosidad nos lleva a la siguiente pregunta: ¿En qué punto estamos? ¿Hay mucho más por desarrollar?
Todo. Estudiar la curiosidad en el comportamiento humano necesariamente nos lleva a la neurociencia, entonces está ligada a cualquier avance neurocientífico. ¿Por qué? Porque la curiosidad no tiene sólo una dimensión, tiene varias; entonces, cada una de esas digamos que ocupa un área cerebral. Pero, en realidad, ya sabemos que nuestro cerebro es mucho más dúctil. Es decir, no podemos compartimentarlo, ya nos lo ha dicho la neurociencia.
Antes creíamos que solamente el miedo estaba en esta zona, pues no, está aquí y aquí. Con la curiosidad pasa lo mismo: permea todas las áreas cerebrales. En la medida en la que vamos conociendo más el cerebro, sabemos mucho más de qué le pasa a nuestro cerebro cuando está en modo curiosidad. Para mí la curiosidad está ligada a la atención plena y ahí está el kit de la salud. Porque si yo estoy mucho tiempo dispersa, si mi cerebro no presta atención, o sea, no se ocupa de lo que yo estoy haciendo, no solo me descentro, sino que también estoy causando un mal a mi cerebro.
Eso lo podemos parar y lo podemos dirigir. No lo podemos eliminar, es imposible. Pero podemos bajar el tiempo de exposición en ella. Entonces tenemos que saber que cuando estamos todo el tiempo dispersos, nuestro cerebro tiene que hacer click porque sino se segregan cosas que son negativas.
Entonces, por eso para mí tiene tanto peso el trabajo de la curiosidad y mi trabajo en ella, porque de alguna manera todo eso que se sabe en círculos científicos trato de desmenuzarlo para que la gente lo entienda.
Y para llegar al público, porque muchas veces nos llenamos de palabras y de conceptos que tampoco sabemos bajar a la realidad
Claro, hay que explicar. A veces pido perdón porque sé que estoy utilizando lenguaje muy sencillo, pero es que hay que explicarlo bien. Por ejemplo, hay una cosa que me parece maravillosa: Cada vez que parpadeamos, desconectamos de lo que estamos haciendo. Es muy breve, dura una milidécima de segundo, pero al cerrar el ojo nuestro cerebro se va a otro lugar. O sea, no puede prestar la misma atención, se va a esa red neuronal por defecto.
Así es la “nueva” Teresa Viejo. Y en estos conceptos se refleja:
UN DESEO. Un viaje a México lleno de conexiones mágicas.
UN PROPÓSITO. Aprobar todo lo que tengo pendiente en la universidad en este curso.
UN ESLOGAN. ‘La curiosidad es la mejor vacuna contra el miedo al incierto”.
UN LUGAR. El Parque de Oyambre en Cantabria
UNA COMIDA. Poder comer todo lo que lleva lactosa.
UN LIBRO. Siempre ‘Pedro Páramo’, de Juan Rulfo
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