Qué es la alimentación disociada y por qué tienes que saber de ella

Para descubrir qué es la alimentación disociada, vamos a comenzar hablando sobre su historia. Los principios de la alimentación disociada fueron postulados a primeros del siglo XX por un médico norteamericano, el Dr. Howard Hay.  Él mismo padecía una enfermedad renal, y la búsqueda de soluciones para paliar esta patología fue lo que le llevó a descubrir la dieta disociada. Mediante la aplicación estricta de sus principios consiguió superar por completo su enfermedad.

Durante décadas han sido muchísimas las personas que han empleado la alimentación disociada para adelgazar y estabilizar su peso óptimo. También es de gran utilidad para ayudar a la curación de enfermedades metabólicas cuyo origen sea alimentario, como es el caso de la gota y la hipertensión. Aunque es importante no considerarla como “dieta milagro”, jamás podrá sustituir a un médico y los tratamientos específicos para cada caso.

HACIA UNA ALIMENTACION MÁS SANA

La decisión de seguir una alimentación disociada no implica un compromiso de por vida, pero es ideal para orientarse hacia una forma de nutrición más sana. El que haya tenido la oportunidad de experimentar en sí mismo las virtudes de una dieta más sana y equilibrada, con gran aporte de vegetales, no tardará en olvidar sus antiguos hábitos alimentarios.

Según el Dr. Hay, la alimentación disociada se basa en tres principios fundamentales: una alimentación natural; el equilibrio entre ácidos y bases; y las leyes químicas de la digestión.

  1. ALIMENTACION NATURAL

Para una alimentación sana es muy importante que los alimentos sean lo más naturales posible y que lleguen frescos a la mesa. Conviene prescindir de conservas, alimentos preparados, azúcar y dulces, ya que no encajan en los principios de la alimentación disociada. La carne y los embutidos se tomarán en poca cantidad y no a diario, mientras que los vegetales constituirán la parte más importante de la dieta.

El pan y otros derivados de cereales serán del tipo integral. El aceite y la margarina son muy importantes, ya que son ricos en ácidos grasos poliinsaturados. Los aceites preferentemente deben provenir de un prensado en frío (para platos fríos), mientras que los platos calientes pueden guisarse con mantequilla derretida. Asimismo, es preferible prescindir de los fritos, de mojar pan en el aceite resultante de los mismos.

  1.  EQUILIBRIO ENTRE ÁCIDOS Y BASES

Al digerir los alimentos, nuestro cuerpo no solamente obtiene un aporte energético sino que también genera una cierta cantidad de ácidos y bases que el organismo tiene que degradar. Para ello cuenta con diversos sistemas tampón que le permiten conseguir un equilibrio entre dichos ácidos y bases.

Nuestra alimentación habitual suele producir un exceso de ácidos. Para que no se acumulen en el organismo y puedan llegar a producir enfermedades, es necesario compensar su exceso mediante alimentos que aporten bases.

Por desgracia los alimentos ricos en bases no suelen ser muy abundantes en nuestra dieta dado que comemos muy poca fruta y verdura. Por lo tanto, una de las cosas que nos propone el Dr. Hay es reducir los alimentos que nos proporcionan ácidos y aumentar la dosis de los básicos, hasta conseguir que la relación entre ácidos y bases sea del 20:80.

  • Selección de los principales alimentos que generan ácidos y bases:
  • MUY ACIDIFICANTES. Carne, pescado, huevos, queso seco, azúcar, miel, dulces, pasteles, bollería, productos a base de harina blanca, café, té negro, cacao.
  • LIGERAMENTE ACIDIFICANTES. Grasas, aceite, cereales integrales, productos con harina integral, arroz, frutos secos, queso fresco.
  • FORMADORES DE BASES. Verduras, ensaladas, hortalizas, setas, la mayoría de las frutas frescas, patatas, leche, yogur, algunas aguas minerales, zumos de frutas y verduras.

En la práctica esto supondría cambiar unos 100 gramos de carne con 400 gramos de verduras.

  1. LAS LEYES QUíMICAS DE LA DIGESTION

Es muy importante que durante las comidas separemos los carbohidratos y las proteínas. Y es que estos dos tipos de nutrientes se obstaculizan entre sí durante la digestión y en los procesos metabólicos siguientes si se ingerien a la vez. El Dr. Hay llega a la conclusión de que si dejamos transcurrir cierto tiempo entre la ingestión de productos ricos en proteínas y los que aportan principalmente carbohidratos, conseguiremos una mejor digestión y se regularizarán los procesos metabólicos. También recomienda no ingerir alimentos ricos en proteínas pasada la hora del almuerzo, ya que el organismo las digiere peor en la segunda mitad del día.

Ha pasado casi un siglo desde que el Dr. Hay enunciase sus teorías, por lo que algunos de sus postulados deberán ser analizados desde nuevos puntos de vista. Este es el caso de las referencias a la carne de cerdo, el vinagre, las legumbres y los tomates.

  • CARNE DE CERDO. El Dr. Hay desaconseja la carne de cerdo por tratarse de animales sometidos a una cría masiva; la señala con el símbolo (-). Sin embargo, en la actualidad todos los animales de consumo se reproducen de forma industrial, y en el caso de las gallinas se llega a extremos aún mucho peores que en el de los cerdos. Si se trata de animales tratados de forma correcta, no hay nada que objetar a la carne de cerdo.
  • VINAGRE. El Dr. Hay también prescinde del vinagre. Sin embargo no tiene nada en contra del vino, del que procede el vinagre. Mientras que el zumo de limón y otros condimentos tienen siempre el mismo sabor, el vinagre nos ofrece una amplia gama de variedades y gustos.
  • LEGUMBRES. Las legumbres también quedan fuera del ámbito de la alimentación disociada, si bien son saludables, nutritivas y aportan mucha fibra. También es incomprensible que se prohíban los cacahuetes, pues su composición es similar a la de las nueces y éstas sí están permitidas por el Dr. Hay.
  • TOMATES. Según el Dr. Hay, los tomates frescos deben incluirse en el grupo neutro mientras que los tomates guisados pertenecen al de las proteínas. No obstante, diferentes estudiosos de la alimentación disociada, que han consultado a numerosos especialistas, siguen sin encontrar la lógica de esta distribución. “¿Por qué los tomates no?” Como no hay respuesta clara, entienden que es mejor considerarlos siempre “neutrales”, estén como estén.

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